Quien entra a la cocina solo para sentarse a comer sabe que si por encargo (indeseado) de mamá, abuela, amiga o esposa, debe ir al mercado a comprar un kilo de tomates, elegirá los primeros que se le antoje a la vista ignorante de asuntos de gastronomía.
De ese episodio lo mínimo que se puede esperar es un sonoro insulto por el dinero perdido en el manojo de frutas inservibles. Para evitarlo, vale más aprender cómo seleccionar las mejores frutas, según sus características.
Con las manzanas, por ejemplo, se deben buscar aquellas que estén firmes y con la piel lisa. El aroma de una en buenas condiciones es dulce y afrutado. Si son melones, en cambio, hay que tomarlos con firmeza entre ambas manos y presionar un poco el área alrededor de los extremos; si está maduro, cederá ligeramente la corteza.
Para comprar uvas, la mejor prueba es sacudir el racimo. Si algunas se sueltan es porque no están 100 por ciento frescas. El kiwi, por su parte, debe sentirse firme y pesado al tacto; igual ocurre con los tomates, pero no deben estar duros. Otra pista de buen estado es la intensidad del rojo y la brillantez de la piel.
De ese episodio lo mínimo que se puede esperar es un sonoro insulto por el dinero perdido en el manojo de frutas inservibles. Para evitarlo, vale más aprender cómo seleccionar las mejores frutas, según sus características.
Con las manzanas, por ejemplo, se deben buscar aquellas que estén firmes y con la piel lisa. El aroma de una en buenas condiciones es dulce y afrutado. Si son melones, en cambio, hay que tomarlos con firmeza entre ambas manos y presionar un poco el área alrededor de los extremos; si está maduro, cederá ligeramente la corteza.
Para comprar uvas, la mejor prueba es sacudir el racimo. Si algunas se sueltan es porque no están 100 por ciento frescas. El kiwi, por su parte, debe sentirse firme y pesado al tacto; igual ocurre con los tomates, pero no deben estar duros. Otra pista de buen estado es la intensidad del rojo y la brillantez de la piel.
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