De acuerdo con el estudio, los carotenoides que aportan las frutas y verduras son antioxidantes que, además de mejorar nuestro sistema inmune, contribuyen a que nuestra piel adquiera un tono dorado. Y nos hacen tener mejor aspecto para nuestros congéneres. Como parte de sus experimentos, Stephen y sus colegas usaron software informático para manipular el color de la piel en las fotografías de medio centenar rostros y preguntaron a los participantes qué caras parecían más saludables, si aquellas cuyo color era mejorado por el bronceado solar o las que mostraban el efecto de los carotenoides. Todos escogieron la segunda opción.
El estudio es también el primero en poner de manifiesto ciertas similitudes entre los seres humanos y algunas especies de aves cuyos machos exhiben brillantes tonos amarillos en sus plumas que muestran cómo de sanos están. Cuanto más brillante es su plumaje amarillo por la ingesta de antioxidantes, explican los autores, “mayor es su fertilidad y más fuerte es su sistema inmune”, por lo que las hembras los prefieren. “Nuestra investigación sugiere que la coloración de los carotenoides en la piel humana es un aviso similar de salud y fertilidad” apunta Ian Stephen, responsable la investigación. “La evolución favorece a aquellos individuos que se emparejan con individuos más sanos”, matiza el profesor Perrett, coautor del estudio, que se publica en el último número de la revista científica Evolution and Human Behaviour.
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