En el mundo náhuatl precortesiano, la muerte era adorada como dios y controlaba el destino del universo; se le llamaba Mictlantecuhtli. El noveno mes del calendario religioso de los aztecas, que comenzaba el ocho de agosto, estaba dedicado a la fiesta de los pequeños difuntos, y era además la preparación para la celebración del mes siguiente que estaba dedicado a los adultos fallecidos. En él se les festejaba con ofrendas de alimentos y bebidas.
En el México de hoy, las fechas que ha introducido la iglesia católica son: para los chicos el primero de noviembre y para los grandes el día dos.
A través del tiempo, la tradición del día de muertos se ha conservado gracias al fervor y la religiosidad con la que el pueblo mexicano la ha transmitido, y a pesar de las transformaciones que ha sufrido, la esencia de esta celebración no ha cambiado mucho. Este hecho nos habla del gran pasado histórico-cultural que tiene nuestro país y del cual debemos sentirnos orgullosos. Sin embargo, esta tradición tan importante está en riesgo de perderse debido a la influencia de costumbres extranjeras ajenas a nuestro contexto cultural, difundidas gracias a los intereses publicitarios de unos cuantos. Para evitar que esto suceda, es necesario que nosotros mismos nos esforcemos por conservar algo tan nuestro como los días de muertos.
0 comentarios:
Publicar un comentario